lunes, 19 de agosto de 2013

Trabaja para Vivir, y no, Vive para Trabajar

Este relato lo he leído en diferentes formas: como cuento, anécdota y hasta como un chiste adaptado con típicos personajes de una región de la Argentina. Sin embargo, esta versión original que sigue está consignada con el libro en donde apareció por primera vez, según la página en donde la encontré.
Vale la pena detenerse un momento y reparar en ella. Es bastante esclarecedora del sentido de la vida.

Las necesidades humanas


Un rico comerciante visita a las comunidades indígenas del alto Orinoco y se horroriza cuando ve a uno de los indígenas, tumbado tranquilamente en su hamaca mascando tabaco.

– ¿Por qué no sales a pescar? – le pregunta.
– Porque ya he pescado bastante hoy – contesta el indígena.
– ¿Y, por qué no pescas más de lo que necesitas? – insiste el comerciante.
– ¿Y qué iba a hacer con ello? – pregunta a su vez el indio.
– Ganarías más dinero. De ese modo, podrías poner un motor fuera de borda en tu canoa. Entonces podrías llegar lejos en el río y pescar más peces. Y así ganarías lo sufciente para comprar una red de nylon. Con lo que obtendrías más pescado y más dinero. Pronto ganarías para tener dos canoas y hasta dos motores y más rápidos… Entonces serías rico como yo.
– ¿Y qué haría entonces? – preguntó de nuevo el indígena.
– Podrías sentarte y disfrutar de la vida – respondió el comerciante.
– ¿Y qué crees que estoy haciendo en este momento? – respondió satisfecho el indio.

Anthony de Mello, El Canto del Pájaro (1982).

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