lunes, 26 de agosto de 2013
Mejora tus Relaciones Personales
Para avanzar o enriquecer cualquier tipo de relación o interacción humana, es preciso dejar de lado cuatro actitudes que dificultan el camino:
- la negación como autodefensa, y el no "hacerse cargo" asociado que puede conllevar,
- el orgullo personal, unido generalmente a la arrogancia de conocer mucho, con la pretensión de creer poder "resolver" lo que sea o casi todo,
- el señalamiento y/o acusación negativos en general, y los apresurados, sobre todo,
- el no asumir responsabilidad, o participación,
- y la minimización o desvalorización de los sentimientos y emociones de otros.
martes, 20 de agosto de 2013
La Lección
¿Sabes cuál es la diferencia entre la escuela y la vida?. En la escuela, primero aprendes una lección y luego te pasan una
prueba. En cambio, en la vida primero se te pone a prueba y luego aprendes la
lección.
lunes, 19 de agosto de 2013
La Felicidad en Boca de Todos
¿Por
qué se habla tanto del amor y la felicidad últimamente? Porque es
preciso recordarnos a nosotros mismos cuáles son los centros de la vida.
Lo llamativo es que tengamos que recordar qué es lo esencial de la
vida, cuando en realidad debiéramos tenero presente en todo momento y
como prioridad... ¿Qué fuerzas de la vida "moderna" nos alejaron de
valorar Lo Esencial más allá de lo que nos distrae, haciéndonos
creer que lo puede reemplazar?
Tuve una conversación con mi papá el otro día y me sorprendí de estar recordándole, o revelándole más bien, el sentido original por el cual se trabaja tanto: "progresar" materialmente, que es lo que la sociedad te "vende" como promesa de bienestar y felicidad, no sirve de mucho si no va acompañado de una felicidad paralela, básica, que haga posible que recorras tus días con alegría, para poder decir que todo aquello que lograste es fruto de tu bienestar interior que te motiva a seguir, hacer y progresar, y no, el mero resultado de hacer por insitencia para lograr cosas pero con pesismismo y frustración. Como con frecuencia ocurren las mejores conversaciones, en forma espontánea y sin premeditación, me encontré explicándole a mi papá que lo que él se perdió siempre fue el disfrutar del camino, por pensar demasiado en el final del viaje. Creo que recibió mis palabras con mucha alegría y sorpresa. Incluso teniendo en cuenta que por lo general la gente grande cree, que sólo por ser mayores, tienen mejor sabiduría que los más jóvenes, debido a el mero paso de los años. Ya que la experiencia no es lo que simplemente te ocurre, sino el apredizaje que puedas aprovechar para vos mismo (para entonces compartirlo con los otros) con el correr de los años, entonces el simple hecho de ser una persona grande no te vuelve sabio necesariamente, e incluso tampoco lo hace con respecto a los más jóvenes. Ya que los saberes esenciales, como yo los llamo, están abonados por quienes están interesados en conocer mejor el mundo en el que se vive, si te contentás con ver el horizonte y no preguntarte a vos mismo qué hay más allá de él, entonces luego, no pretendas ilegitimar el saber de alguien que sí se ha propuesto indagar, esgrimiento el argumento de que tenés más años, y presentando ese hecho casi como un certificado de garantía de que se "ha vivido". Es así que mi papá, se vió ese día, no sólo sintiéndose capaz de "tirar el certificado de garantía", sino que haciéndolo ante verdades que lo involucraban tan de cerca, (como lo hubieren hecho con cualquier ser humano) que era bastante difícil conservar las barreras del orgullo de padre, (que debe saber más que el hijo), de persona grande( que tiene más años que la hija) y de varón (todo esas ideas bastante elocuentes y, provenientes nada más y nada menos que de una mujer, su hija) . Eran verdades sencillas, que todos conocemos, pero con las que de vez en cuando tenemos que refrescarnos la memoria para tenerlas presentes para poder valorar lo que somos y hemos logrado.
En nuestras sociedades actuales y desde hace unos 200 años, desde que el sistema capitalista se instaló, hemos incorporado como verdades absolutas, algunas que poco tienen que ver con la verdades esenciales, pero que así se han encargado de hacérnoslo creer. Hemos crecido con ellas, y por lo tanto, las hemos naturalizado. Y no hay nada más inconveniente que naturalizar modos de vida que atentan, a la larga o a la corta con e bienestar y la felicidad naturales, esas que procura un óptimo niovel de serotonina, ésa de la que disfrutan los niños, esa que nos hace sentirnos plenos cuando somos adultos y nos vemos casi bendecidos por haber podido atrvesar un instante o un momento como ése como hacía mucho que no lo hacíamos, en medio de la vorágine de la vida moderna. Las personas tendemmos a creer que todo puede venderse y comprarse, y que por sí mismo, puede regenerarse, sin necesidad de que algo lo defina desde adentro. Estamos tan convencidos de esa lógica (ilógica) que la trasladamos a aspectos de la vida personal. Entonces, por ej., y abonados en esta idea por toda la industria cultural del amor, "buscamos" el amor de una pareja y lo queremos YA, como cuando contratamos un servicio, sin reparar en que los tiempos de las relaciones interpersonales son muy diferentes a lo que quizás pretendemos. Entonces, le dije a mi papá ese día: "lo material viene si estás bien vos; no es de afuera hacia adentro, sino de adentro hacia afuera". Y me miró asombrado... Estoy muy contenta de que lo haya entendido, al fin. Creo que es la primera vez que lo ví tan receptivo, pudo abrir su corazón y escuchar, venciendo muros de prejucio y recelo. Le había hablado de esta forma innumerables veces, a costa de mi dolor por no encontrar al menos recepción o simple escucha, ya que no pretendía siquiera que compartiera mis ideas. Pero nunca desistí en mi esperanza de que minimizara el miedo, el orgullo, los prejuicios y preconceptos. Y el día llegó. Me tomó unos veinte años esta tarea con él.Y estoy muy feliz.
Tuve una conversación con mi papá el otro día y me sorprendí de estar recordándole, o revelándole más bien, el sentido original por el cual se trabaja tanto: "progresar" materialmente, que es lo que la sociedad te "vende" como promesa de bienestar y felicidad, no sirve de mucho si no va acompañado de una felicidad paralela, básica, que haga posible que recorras tus días con alegría, para poder decir que todo aquello que lograste es fruto de tu bienestar interior que te motiva a seguir, hacer y progresar, y no, el mero resultado de hacer por insitencia para lograr cosas pero con pesismismo y frustración. Como con frecuencia ocurren las mejores conversaciones, en forma espontánea y sin premeditación, me encontré explicándole a mi papá que lo que él se perdió siempre fue el disfrutar del camino, por pensar demasiado en el final del viaje. Creo que recibió mis palabras con mucha alegría y sorpresa. Incluso teniendo en cuenta que por lo general la gente grande cree, que sólo por ser mayores, tienen mejor sabiduría que los más jóvenes, debido a el mero paso de los años. Ya que la experiencia no es lo que simplemente te ocurre, sino el apredizaje que puedas aprovechar para vos mismo (para entonces compartirlo con los otros) con el correr de los años, entonces el simple hecho de ser una persona grande no te vuelve sabio necesariamente, e incluso tampoco lo hace con respecto a los más jóvenes. Ya que los saberes esenciales, como yo los llamo, están abonados por quienes están interesados en conocer mejor el mundo en el que se vive, si te contentás con ver el horizonte y no preguntarte a vos mismo qué hay más allá de él, entonces luego, no pretendas ilegitimar el saber de alguien que sí se ha propuesto indagar, esgrimiento el argumento de que tenés más años, y presentando ese hecho casi como un certificado de garantía de que se "ha vivido". Es así que mi papá, se vió ese día, no sólo sintiéndose capaz de "tirar el certificado de garantía", sino que haciéndolo ante verdades que lo involucraban tan de cerca, (como lo hubieren hecho con cualquier ser humano) que era bastante difícil conservar las barreras del orgullo de padre, (que debe saber más que el hijo), de persona grande( que tiene más años que la hija) y de varón (todo esas ideas bastante elocuentes y, provenientes nada más y nada menos que de una mujer, su hija) . Eran verdades sencillas, que todos conocemos, pero con las que de vez en cuando tenemos que refrescarnos la memoria para tenerlas presentes para poder valorar lo que somos y hemos logrado.
En nuestras sociedades actuales y desde hace unos 200 años, desde que el sistema capitalista se instaló, hemos incorporado como verdades absolutas, algunas que poco tienen que ver con la verdades esenciales, pero que así se han encargado de hacérnoslo creer. Hemos crecido con ellas, y por lo tanto, las hemos naturalizado. Y no hay nada más inconveniente que naturalizar modos de vida que atentan, a la larga o a la corta con e bienestar y la felicidad naturales, esas que procura un óptimo niovel de serotonina, ésa de la que disfrutan los niños, esa que nos hace sentirnos plenos cuando somos adultos y nos vemos casi bendecidos por haber podido atrvesar un instante o un momento como ése como hacía mucho que no lo hacíamos, en medio de la vorágine de la vida moderna. Las personas tendemmos a creer que todo puede venderse y comprarse, y que por sí mismo, puede regenerarse, sin necesidad de que algo lo defina desde adentro. Estamos tan convencidos de esa lógica (ilógica) que la trasladamos a aspectos de la vida personal. Entonces, por ej., y abonados en esta idea por toda la industria cultural del amor, "buscamos" el amor de una pareja y lo queremos YA, como cuando contratamos un servicio, sin reparar en que los tiempos de las relaciones interpersonales son muy diferentes a lo que quizás pretendemos. Entonces, le dije a mi papá ese día: "lo material viene si estás bien vos; no es de afuera hacia adentro, sino de adentro hacia afuera". Y me miró asombrado... Estoy muy contenta de que lo haya entendido, al fin. Creo que es la primera vez que lo ví tan receptivo, pudo abrir su corazón y escuchar, venciendo muros de prejucio y recelo. Le había hablado de esta forma innumerables veces, a costa de mi dolor por no encontrar al menos recepción o simple escucha, ya que no pretendía siquiera que compartiera mis ideas. Pero nunca desistí en mi esperanza de que minimizara el miedo, el orgullo, los prejuicios y preconceptos. Y el día llegó. Me tomó unos veinte años esta tarea con él.Y estoy muy feliz.
Trabaja para Vivir, y no, Vive para Trabajar
Este relato lo he leído en diferentes formas: como cuento, anécdota y hasta como un chiste adaptado con típicos personajes de una región de la Argentina. Sin embargo, esta versión original que sigue está consignada con el libro en donde apareció por primera vez, según la página en donde la encontré.
Vale la pena detenerse un momento y reparar en ella. Es bastante esclarecedora del sentido de la vida.
Un rico comerciante visita a las comunidades indígenas del alto Orinoco y se horroriza cuando ve a uno de los indígenas, tumbado tranquilamente en su hamaca mascando tabaco.
– ¿Por qué no sales a pescar? – le pregunta.
– Porque ya he pescado bastante hoy – contesta el indígena.
– ¿Y, por qué no pescas más de lo que necesitas? – insiste el comerciante.
– ¿Y qué iba a hacer con ello? – pregunta a su vez el indio.
– Ganarías más dinero. De ese modo, podrías poner un motor fuera de borda en tu canoa. Entonces podrías llegar lejos en el río y pescar más peces. Y así ganarías lo sufciente para comprar una red de nylon. Con lo que obtendrías más pescado y más dinero. Pronto ganarías para tener dos canoas y hasta dos motores y más rápidos… Entonces serías rico como yo.
– ¿Y qué haría entonces? – preguntó de nuevo el indígena.
– Podrías sentarte y disfrutar de la vida – respondió el comerciante.
– ¿Y qué crees que estoy haciendo en este momento? – respondió satisfecho el indio.
Anthony de Mello, El Canto del Pájaro (1982).
Vale la pena detenerse un momento y reparar en ella. Es bastante esclarecedora del sentido de la vida.
Las necesidades humanas
Un rico comerciante visita a las comunidades indígenas del alto Orinoco y se horroriza cuando ve a uno de los indígenas, tumbado tranquilamente en su hamaca mascando tabaco.
– ¿Por qué no sales a pescar? – le pregunta.
– Porque ya he pescado bastante hoy – contesta el indígena.
– ¿Y, por qué no pescas más de lo que necesitas? – insiste el comerciante.
– ¿Y qué iba a hacer con ello? – pregunta a su vez el indio.
– Ganarías más dinero. De ese modo, podrías poner un motor fuera de borda en tu canoa. Entonces podrías llegar lejos en el río y pescar más peces. Y así ganarías lo sufciente para comprar una red de nylon. Con lo que obtendrías más pescado y más dinero. Pronto ganarías para tener dos canoas y hasta dos motores y más rápidos… Entonces serías rico como yo.
– ¿Y qué haría entonces? – preguntó de nuevo el indígena.
– Podrías sentarte y disfrutar de la vida – respondió el comerciante.
– ¿Y qué crees que estoy haciendo en este momento? – respondió satisfecho el indio.
Anthony de Mello, El Canto del Pájaro (1982).
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